Bienvenido al Blog de la Parroquia Nuestra Señora de La Guardia y San Luis Gonzaga.

En este sitio encontrarás la información más relevante sobre las últimas actividades de la parroquia.

lunes, 22 de febrero de 2010

Primera Semana de Cuaresma



La comunidad parroquial, a través del equipo de liturgia preparó para este primer domingo de cuaresma algunos signos y también nos formuló propuestas a desarrollar en este tiempo.

Los signos fueron, la Virgen, la Cruz y una mochila en la cual iremos poniendo a lo largo de la cuaresma aquellos obstáculos que nos impiden vivir mejor nuestro ser cristianos.

También se nos invitó a reflexionar durante la Misa en pequeños grupos acerca de la carta de Pablo a los romanos: "La palabra está cerca de tí, en tu boca y en tu corazón" .

Por último también se propuso como gesto concreto cuaresmal continuar nuestra misión parroquial, acercando cada uno de los participantes de la Eucaristía una familia o persona para visitar y comprometernos la próxima semana, junto a un equipo misionero a realizar esa visita, llevando esa palabra cercana a nosotros.

Recordamos que durante toda la cuaresma realizamos una colecta en la cual vamos depositando el fruto de nuestro ayuno que será al finalizar destinado a alguna obra parroquial.

A vivir entonces con intensidad este tiempo fuerte no descuidando nuestra oración.

viernes, 19 de febrero de 2010

Cuaresma, oportunidad de encuentro con el Dios de la Misericordia

Todos los años cuarenta días antes de la Pascua, tenemos la oportunidad de vivir este tiempo tan especial el cual denominamos Cuaresma.

A lo mejor, por resabios del pasado lo sentimos como un tiempo en el cual nos tenemos que sentir mal, pecadores, indignos y hasta casi alejados de la redención.

Por el contrario como siempre, pero especialmente hoy, es un día favorable es el día de la salvación. Porque Dios viene cada día para ofrecernos su amistad, su fidelidad a la Alianza que ha sellado con nosotros.

Naturalmente no podemos negar nuestra realidad pecadora, pero a la vez recordemos que donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, esto es el regalo del Amor de Dios.

Convertirnos sí, cada día, pero eso significa reconocer cada acontecimiento, cada encuentro personal y comunitario como una nueva oportunidad para el encuentro con el Dios de la Vida.

Las prácticas cuaresmales no están perimidas, hoy como ayer son necesarias para dar a nuestra vida ese verdadero sentido, pero acorde con lo que ellas significan. El ayuno agradable a Dios no consiste en mortificarse por la mortificación en sí, sino en la privación de aquello que en sí mismo no es malo pero para nosotros puede ser un obstáculo para alcanzarlo a Él, porque nos priva por así decirlo de nuestra libertad interior. La oración ha de ser una constante en nuestra vida, así como el aire que respiramos así debe ser nuestra oración, que insufle los pulmones de nuestra Persona en su integralidad dándonos una verdadera relación con Dios nuestro Abbá, nuestro papá. Y por fin la limosna, gesto de solidaridad y amor, no es una simple "caridad": doy porque soy bueno. Sino es: me encuentro en el gesto del compartir con mi hermano , que es el propio Cristo que viene a mí.

Vivamos este desafío en este Año Sacerdotal, recuperando para nosotros el verdadero sentido que Cristo vino a darle a todas las cosas, el ordenarnos a Dios de donde procedemos y hacia donde nos dirigimos.
¡Santa Cuaresma para todos!


miércoles, 17 de febrero de 2010

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2010



« La justicia de Dios se ha manifestado
por la fe en Jesucristo » (cf.
Rm 3,21-22)

Queridos hermanos y hermanas:

Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas. Este año quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmación paulina: «La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo» (cf. Rm 3,21-22).

Justicia: “dare cuique suum”

Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra “justicia”, que en el lenguaje común implica “dar a cada uno lo suyo” - “dare cuique suum”, según la famosa expresión de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clásica definición no aclara en realidad en qué consiste “lo suyo” que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son útiles y necesarios (es más, Jesús mismo se preocupó de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguía y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia “distributiva” no proporciona al ser humano todo “lo suyo” que le corresponde. Este, además del pan y más que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustín: si “la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios” (De Civitate Dei, XIX, 21).

¿De dónde viene la injusticia?

El evangelista Marcos refiere las siguientes palabras de Jesús, que se sitúan en el debate de aquel tiempo sobre lo que es puro y lo que es impuro: “Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre... Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas” (Mc 7,15. 20-21). Más allá de la cuestión inmediata relativa a los alimentos, podemos ver en la reacción de los fariseos una tentación permanente del hombre: la de identificar el origen del mal en una causa exterior. Muchas de las ideologías modernas tienen, si nos fijamos bien, este presupuesto: dado que la injusticia viene “de fuera”, para que reine la justicia es suficiente con eliminar las causas exteriores que impiden su puesta en práctica. Esta manera de pensar ―advierte Jesús― es ingenua y miope. La injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas; tiene su origen en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa convivencia con el mal. Lo reconoce amargamente el salmista: “Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre” (Sal 51,7). Sí, el hombre es frágil a causa de un impulso profundo, que lo mortifica en la capacidad de entrar en comunión con el prójimo. Abierto por naturaleza al libre flujo del compartir, siente dentro de sí una extraña fuerza de gravedad que lo lleva a replegarse en sí mismo, a imponerse por encima de los demás y contra ellos: es el egoísmo, consecuencia de la culpa original. Adán y Eva, seducidos por la mentira de Satanás, aferrando el misterioso fruto en contra del mandamiento divino, sustituyeron la lógica del confiar en el Amor por la de la sospecha y la competición; la lógica del recibir, del esperar confiado los dones del Otro, por la lógica ansiosa del aferrar y del actuar por su cuenta (cf. Gn 3,1-6), experimentando como resultado un sentimiento de inquietud y de incertidumbre. ¿Cómo puede el hombre librarse de este impulso egoísta y abrirse al amor?

Justicia y Sedaqad

En el corazón de la sabiduría de Israel encontramos un vínculo profundo entre la fe en el Dios que “levanta del polvo al desvalido” (Sal 113,7) y la justicia para con el prójimo. Lo expresa bien la misma palabra que en hebreo indica la virtud de la justicia: sedaqad,. En efecto, sedaqad significa, por una parte, aceptación plena de la voluntad del Dios de Israel; por otra, equidad con el prójimo (cf. Ex 20,12-17), en especial con el pobre, el forastero, el huérfano y la viuda (cf. Dt 10,18-19). Pero los dos significados están relacionados, porque dar al pobre, para el israelita, no es otra cosa que dar a Dios, que se ha apiadado de la miseria de su pueblo, lo que le debe. No es casualidad que el don de las tablas de la Ley a Moisés, en el monte Sinaí, suceda después del paso del Mar Rojo. Es decir, escuchar la Ley presupone la fe en el Dios que ha sido el primero en “escuchar el clamor” de su pueblo y “ha bajado para librarle de la mano de los egipcios” (cf. Ex 3,8). Dios está atento al grito del desdichado y como respuesta pide que se le escuche: pide justicia con el pobre (cf. Si 4,4-5.8-9), el forastero (cf. Ex 20,22), el esclavo (cf. Dt 15,12-18). Por lo tanto, para entrar en la justicia es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia. En otras palabras, es necesario un “éxodo” más profundo que el que Dios obró con Moisés, una liberación del corazón, que la palabra de la Ley, por sí sola, no tiene el poder de realizar. ¿Existe, pues, esperanza de justicia para el hombre?

Cristo, justicia de Dios

El anuncio cristiano responde positivamente a la sed de justicia del hombre, como afirma el Apóstol Pablo en la Carta a los Romanos: “Ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado... por la fe en Jesucristo, para todos los que creen, pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia (Rm 3,21-25).

¿Cuál es, pues, la justicia de Cristo? Es, ante todo, la justicia que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sí mismo y a los demás. El hecho de que la “propiciación” tenga lugar en la “sangre” de Jesús significa que no son los sacrificios del hombre los que le libran del peso de las culpas, sino el gesto del amor de Dios que se abre hasta el extremo, hasta aceptar en sí mismo la “maldición” que corresponde al hombre, a fin de transmitirle en cambio la “bendición” que corresponde a Dios (cf. Ga 3,13-14). Pero esto suscita en seguida una objeción: ¿qué justicia existe dónde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe en cambio la bendición que corresponde al justo? Cada uno no recibe de este modo lo contrario de “lo suyo”? En realidad, aquí se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante. Frente a la justicia de la Cruz, el hombre se puede rebelar, porque pone de manifiesto que el hombre no es un ser autárquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.

Se entiende, entonces, como la fe no es un hecho natural, cómodo, obvio: hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo “mío”, para darme gratuitamente lo “suyo”. Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Gracias a la acción de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia “más grande”, que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar.

Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma culmina en el Triduo Pascual, en el que este año volveremos a celebrar la justicia divina, que es plenitud de caridad, de don y de salvación. Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia. Con estos sentimientos, os imparto a todos de corazón la bendición apostólica.

Vaticano, 30 de octubre de 2009

BENEDICTUS PP. XVI

sábado, 13 de febrero de 2010

Evaluación de la comunidad parroquial



Como estaba previsto nos reunimos hoy a las 19.3o horas integrantes de la comunidad parroquial para evaluar desde la óptica de la Parroquia la actividad misionera llevada a cabo entre los días 2 al 8 de febrero.

Participaron de esta evaluación nuestro párroco y Mariela y Antonella de Punta Espinillo y María, Yeya, Vanessa, Sandra y Don Ramón de la Barra.

Comenzamos encendiendo el Cirio Pascual y cantando "Todos Unidos formando un solo cuerpo", este canto que invita a ser una Iglesia Peregrina, como una actitud que queremos seguir viviendo en este tiempo. Luego invocamos al Espíritu y rezamos el Padre Nuestro.

En pequeños grupos evaluamos distintos aspectos que luego se fueron poniendo en común. La evaluación fue altamente positiva y el clima vivido fue de sana alegría por lo trabajado y por tantas puertas que se nos han abierto. También se ve cuántos desafíos nos quedan por delante. Por ejemplo muchas personas que tienen la expectativa de recibir nuevas visitas con más tiempo. Enfermos que necesitan ser acompañados. personas que desean bautizar a sus hijos, o niños para prepararse para recibir la comunión. También se vio la necesidad de continuar acercando ya el Entre Todos, u otros materiales para que la gente que no puede trasladarse esté al tanto de lo que va ocurriendo en la Parroquia.
Se quiere la presencia del sacerdote, especialmente lo piden las personas que están enfermas o por su avanzada edad no pueden salir de sus hogares.

En fin mucha tarea por delante y muchas ganas en la pequeña comunidad de vivir este espíritu de misión permanente. Así por ejemplo en Punta Espinillo nos reuniremos el próximo sábado al término de la Misa para seguir planificando los próximos pasos a dar.

¡Qué siga este entusiasmo misionero y que el Señor nos continúe alentando a llevarlo a todos los rincones de nuestro territorio parroquial!

viernes, 12 de febrero de 2010

La Misión Parroquial en el contexto de la Misión Contiental


Hace un tiempo ya que la Iglesia Latinoamericana nos propuso a todos los cristianos vivir una "misión continental", a la luz de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Aparecida (Brasil), entre el 13 y el 31 de mayo de 2007. En la Introducción del documento conclusivo de dicha conferencia leemos: " La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales... se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros... depende de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva (Documento Conclusivo - Aparecida Nº 11) Animados por estos impulsos que nacen de una necesidad vital de nuestra Iglesia, también en Montevideo, iluminados por el IV Sínodo Arquidiocesano hemos generado una profunda reflexión al respecto que a manera de círculos concéntricos ha ido impregnando los distintos ámbitos de reflexión y cooridinación, desde los coordinadores zonales, presbiterios, colegios, en fin desde todos los lugares de encuentro de cristianos se ha ido madurando la conciencia de la necesidad de lanzarnos a la misión. Esto por otra parte ha abierto las puertas a nuestros distintos puntos de vista, maneras de entender lo que la misión significa e inclusive a pensar muy variadas estrategias de llevarla adelante, que en principio podrían hasta parecer contradictorias. Sin embargo parafraseando una frase empleada por nuestro anterior Arzobispo Mons. José Gottardi "los zapallos se van acomodando arriba del carro" que en buen romance entieno que significa, no hay mejor manera de comprobar lo más adecuado que iniciando la tarea concreta, acá en la Parroquia de Nuestra Señora de la Guardia y San Luis Gonzaga, de la zona 4 nos lanzamos a efectuar un tiempo de misión. Para ello contamos con el apoyo de la Arquidiócesis, a través del beneplácito de nuestro Arzobispo Mons. Cotugno, quien accedió a que los seminaristas de Montevideo, participaran ellos mismos junto a integrantes de nuestra Comunidad de esta aventura misionera. Esta es la primera etapa de otras que vendrán, con sucesivas presencias a lo largo al menos de 2 años más de esa semana "fuerte" de tarea, pero que exijirán especialmente el compromiso evangelizador de la comunidad local, sin la cual la misión carecerá de aquello que tanto se insiste el "estado de misión permanente". Fue mucho lo visto, lo oído, los planteos concretos, el deseo de encuentro con Dios. Hay una verdadera sed de Dios en nuestro pueblo. Claro del encuentro con el Dios verdadero, el Dios de Jesucristo y no aquel que a veces sin querer, pero otras veces con falta de ardor y amor presentamos distorcionadamente los cristianos. En suma, este tiempo que fue del 2 al 8 de febrero, econtró a los 10 seminaristas participantes y a las comunidades de La Barra, Gori y Punta Espinillo, llevando adelante esta primera fase de la Misión que con la ayuda de Dios continuaremos en el tiempo. Quedan muchos desafíos planteados, muchas puertas abiertas, pero también somos concientes de nuestros límites, inconsistencias y pecado. Por ello nos encomendamos a la oración de nuestro pueblo santo para que seamos fieles a la voluntad del Padre que nos invita a anunciar su amor por todo su Pueblo.

Pbro. Luis M. Fariello

Cura Párroco

Esta misión continúa...


En estos días estamos trabajando en recoger todo lo vivido y especialmente atender a las evaluaciones hechas por los seminaristas. Las mismas fueron procesadas y se ha realizado un informe con ellas y otros datos que irán constituyendo el archivo de esta misión.

A la vez se elevará el mismo al Señor Arzobispo, el Obispo Auxiliar y Vicario Pastoral y el Rector del Seminario.

El próximo sábado a las 19.30 horas se reunirán los integrantes de la comunidad que participaron de las visitas junto con los seminaristas a los efectos de realizar sus evaluaciones y comentarios.

Será también una oportunidad para plantearnos como Comunidad Parroquial como continúa nuestra tarea misionera.

Aprovechamos para agradecer a todos aquellos que se interesan por nuestro blog y la página web y nos han hecho llegar sus comentarios tanto en el propio blog como a través de nuestra dirección de correo.

Un saludo y hasta la próxima entrada.

lunes, 8 de febrero de 2010

Finalización de la Misión


En el día de hoy concluimos la primera etapa de esta misión parroquial con el apoyo diocesano de los seminaristas de Montevideo.
Ha sido un tiempo muy rico tanto para la comunidad parroquial, como para los propios seminaristas.
En una primera evaluación se han recogido los primeros elementos y todos son concurrentes a destacar los frutos recogidos.
Seguramente el Señor irá sumando nuevos desafíos para la Comunidad Parroquial la cual desarrollará en el correr del año sumando a estos primeros esfuerzos más visitas, encuentros, testimonios y sobre todo ganas de servir.
Desde este blog agradecemos vívamente este servicio dispuesto en el Nombre del Señor Jesús.
Gracias a Dios y a todos los que nos acompañaron, con su tarea, con su simpatía y con su oración.

domingo, 7 de febrero de 2010

Eucaristía con Mons. Milton Tróccoli.

En la mañana del domingo celebramos la Eucaristía junto al Obispo Auxiliar de Montevideo, Mons. Milton Tróccoli, que dio cierre a este primer año de misión con participación de los seminaristas. Al finalizar la misma compartió el almuerzo con el párroco y los seminaristas, y dejó el siguiente mensaje:

"Hemos culminado con la celebración de la Eucaristía esta misión de los seminaristas en Santiago Vázquez. Es una gran alegría porque todo lo que comenta la gente es de estar contentos de recibir a los misioneros, de haberse encontrado, de haber sido visitados y de sentir ahí también la visita de Jesús; e inmediatamente todo el contexto en que se encuentra la Arquidiócesis que está caminando hacia este estado de misión donde todos queremos sentirnos discípulos misioneros, y por eso mismo enviados.
Hoy sentimos fuerte lo que nos dice, en este domingo la Palabra de Dios; por un lado lo de Isaías, "¿a quién enviaré?", y la respuesta de Isaías, "Señor, aquí estoy, envíame a mí"; y volver a sentir eso todos, "bueno, aquí estoy, Señor, envíame a mí". Yo creo que este ha sido el sentimiento de todos los seminaristas que han estado trabajando en la parroquia, y también la gente lo vivió así, con esta alegría, con este gozo, con este entusiasmo de saber que son queridos, tenidos en cuenta, y de que hay una Buena Noticia que han recibido, que se les ha comunicado, que se ha compartido con ellos, y que ha servido también para revitalizar la alegría, la esperanza, la fe en esta comunidad, y que esperamos que siga adelante, en el esfuerzo misionero de toda la comunidad durante este año.
Deseamos también que el apoyo de los seminaristas en estos momentos fuertes, intensos de actividad pastoral, sirvan para motivar la misión cotidiana, permanente de la parroquia de ser sal, de ser luz, de llevar a Jesús a todos los corazones, a todas las vidas, a todas las familias, a todos los rincones de este barrio tan querido y tan especial también en la vida de la arquidiócesis.
"

Festival Parroquial



En la noche del sábado se realizó un festival de carnaval en el salón parroquial, como forma de festejar por estos días de encuentro y de motivar a la comunidad a seguir adelante. Hubo animación musical, juegos, sorteos, y testimonios de seminaristas y personas de la comunidad acerca de la experiencia vivida en la misión. En un ambiente muy familiar, los niños fueron quizá los que más disfrutaron del evento.

Sandra, que integra la comunidad desde aproximadamente dos años ayudando en la secretaría, servicios, y con el canto en las celebraciones nos cuenta su visión del festival y la misión:

"El festival de ayer la verdad que me encantó. Nos divertimos mucho, la gente colaboró muchísimo, en el festival y también en la misión.

Vinieron personas de Gori, Punta Espinilo y de aquí la barra, también gente que no participa de las celebraciones pero colabora mucho con otras actividades, como los festivales parroquiales a los que siempre vienen, y traen cosas para el mismo.

Está bueno hacer festivales porque la gente siempre colabora, es una oportunidad para ello.

Respecto a la misión, quedé muy contenta y a la vez impresionada. Yo nunca había salido a hablar con la gente sobre Jesús, a pesar de que vivo acá desde que nací. Mucha gente quiere participar pero tiene otros problemas que le impiden venir, lo que quieren es que uno vaya. La verdad que nos atendieron muy bien, se notó que la gente quiere que salgamos a hablarles, a entregarles información, y después también nos llaman por otros motivos. La verdad que fue una experiencia para mí inolvidable.

Me gustó mucho que vinieran los muchachos, los seminaristas, y ojalá se repita porque estuvo muy lindo. Se generó una amistad más allá de una simple relación “laboral”, además de una unión en la fe, y me gustaría que volviera a haber misión acá."

viernes, 5 de febrero de 2010

Tercer día de misión

El viernes de mañana salimos en varios equipos a recorrer las zonas que faltaban, entre ellas los complejos de viviendas. Fue una actividad intensa pero satisfactoria. Una integrante de la comunidad, Vanesa, nos comparte su experiencia:

"Hoy salimos con los muchachos a hacer la recorrida de las viviendas "blancas", como le decimos acá.
Nos fue muy bien, todos estos días que hemos salido
tuvimos una bienvenida impresionante, mucha gente dijo que no se arrimaba por distintos motivos; unos porque son mayores, otros porque no sabían que podían seguir viniendo a la parroquia, pero toda la gente ha tenido muy buena recepción de lo que le hemos presentado.
Muchos nos han preguntado si éramos de acá del pueblo; y al decirles que sí dijeron estar muy contentos porque los tuvimos en cuenta, y eso es muy importante.
Muchos niños quieren venir, muchos adultos dicen que quieren bautizar a sus hijos, otros han preguntado para anotarse para tomar la comunión, otra gente quiere venir a participar, y otra que quiere venir a Misa simplemente.
La verdad que recorrimos mucho, y hemos encontrado a un gran número de personas que están en su casa y no pueden salir por dificultad de ellos mismos o porque tienen un familiar mayor enfermo, y entonces se lo invita que si no se anima a salir y venir hasta acá, que nosotros podemos pasar en futuras oportunidades para llevarle la Palabra, para escucharlos, porque necesitan que alguien los escuche y está bueno.
Nos ha dejado muy contentos. No pensábamos que cómo es el pueblo, que parece ser un poco apagado te diera esa bienvenida; en todas partes nos han recibido muy bien, y hemos pasado una semana preciosa".

Homenaje al P. Eduardo Minelli y Pepe Bonifacino.


En la noche del jueves realizamos un homenaje en memoria a los Padres Eduardo Minelli y "Pepe" Bonifacino, fallecidos en el lapso de un año.
Nos acompañaron, además del Párroco Luis Fariello, los padres Adolfo Amexeiras, Adolfo Chapper, Bernardo Techera, Daniel Kerber y Richard Arce, el obispo auxiliar de Montevideo, Mons. Milton Tróccoli, y Fernando Ordóñez, profesor de la UCUDAL, el CLAEH y los hermanos Maristas.
Juntos compartimos un momento de oración y escuchamos los testimonios sobre la vida de Eduardo y Pepe.

Fue un encuentro muy emotivo, que a nosotros, los seminaristas, en particular, nos alentó a seguir respondiendo al llamado que el Señor nos regaló.

Algunos de los testimonios sobre el Padre Minelli fueron:
-"Fue importante en mi vida y en la de muchos; yo quería ser como él;
- muy compañero, como un padre;
- de los primeros que se acercaron a nosotros en un tiempo muy difícil, como lo fue la dictadura;
- muy fraterno, franco, entregado.
- muy generoso, dejaba bañar gente de la calle en su baño;
- sintió el dolor de no poder ordenarse en su diócesis y de ser destituido como maestro por el régimen militar;
- logró en Pompeya, entrar en la gente, en un barrio muy marcado por el P. Tuccilo;
- un testimonio muy fuerte de hermandad, se pasó haciendo muchos amigos".

Con respecto al Padre Bonifacino se destacó:
- "Auténtico, sincero, lógico, pero sabía decir las cosas sin herir, iba al meollo del asunto.
- nos regaló un lindo recuerdo y testimonio, pero también la pena que nos dejara tan pronto.
- siempre igual: ya a los catorce años le preocupaba la comunidad, la fraternidad, y creo que es lo que siempre quiso hacer; siempre empujar, llevar adelante con una voluntad muy fuerte y decidida.
- fue feliz sirviendo , feliz en el ministerio.
- compartimos el ir dando los primeros pasos en una época difícil, la del Golpe de Estado, donde tenías que medir qué decir y qué no.
- muy cercano, buscar juntos, compartir cosas, acompañarse en el ministerio.
- nunca se aisló, siempre buscó de distintas formas la manera de estar con otros.
- un testimonio de amor a la Iglesia; podría haber sido una persona muy "exitosa" en el "mundo", pero hizo la opción de dejarlo todo, abrazó la pobreza y la austeridad, igual que Eduardo.
- hablaba con una libertad admirable.
- te aceptaba fueras como fueras.
- siempre miraba a los ojos.
- era generoso e integrador.

Nuestro párroco Luis nos da su testimonio:
"Era una oportunidad que nos debíamos como presbiterio, en un ámbito fraterno y distendido poder compartir nuestras experiencias de vida junto a estos hermanos tan queridos para todos, y a manera de homenaje retomar anécdotas de antes y de ahora, algunas más "solemnes" y otras más cotidianas, y de ese modo continuar una tradición de sentir el orgullo de ser miembros del presbiterio de esta Iglesia de Montevideo, que hoy mira esperanzada a estos seminaristas que nos acompañan y se van integrando de a poco a ella. En lo personal lo viví con mucha intensidad y emoción".

Misión en Gori.


Un segundo equipo se dedicó a la misión en el barrio Gori.
Ricardo, otro de los seminaristas nos cuenta su experiencia:

"Es muy difícil describir y evaluar la riqueza de lo que vivimos.
Recorrimos una zona de aproximadamente seis cuadras que se denomina barrio Gori.
La recepción fue buena en las casas donde nos abrieron, y fue un aporte importante el ir acompañados de personas que integran la comunidad y al mismo tiempo pertenecen al barrio desde hace un buen tiempo.
Es interesante descubrir como la realidad de barrio y comunidad se iba mezclando, estaba como fusionada, el barrio se vivía como otra comunidad, ninguna persona era ajena.
Una cosa que voy descubriendo en esta experiencia de misión es la realidad que vive la gente puertas adentro. En los breves minutos en los que uno entabla la comunicación me he encontrado con casos en que la gente vive como encarcelada en su casa por la inseguridad, los robos , la soledad u otras circunstancias, y experimentan el no poder integrarse a la comunidad ni poder ir a Misa como una experiencia dolorosa.
La integración en este pequeño grupo misionero de personas de la comunidad de Gori, nos permitió conocer el corazón propio de dicha comunidad: su espontaneidad, sus inquietudes evangélicas, su problemática, la intimidad y familiaridad en las relaciones; y nosotros participando de toda esta riqueza mientras íbamos puerta por puerta.
Por todo esto, la experiencia fue de mucha riqueza".

Misión en Punta Espinillo.


Luego de la visita de nuestro Arzobispo, se hicieron dos equipos para misionar en el barrio Gori y en Punta Espinillo.
En este último lugar nos esperaba Mariela, integrante de la comunidad, que conoce muchísimo la zona ya que trabaja con un reparto de pan. Esto facilitó mucho la organización de una visita a varias familias, que se mostraron muy contentas de recibirnos. Ella nos da su testimonio:

“Recorro toda la zona, todos los días, entonces conozco a la gente, y así se dio esta actividad.
El 24 de diciembre hicimos un pesebre, lo preparamos en poquitos días y fue como algo mágico. A raíz de eso, hoy fuimos a visitar a todos lo niños que participaron de ese pesebre, lo que significó unir todas estas familias que tienen fe, que son católicas, y que, bueno, falta una chispita para poner un poco de entusiasmo y que vengan, que participen.

A lo que yo estoy en contacto todos los días con ellos por mi trabajo, entonces más o menos ya sé, por ejemplo, en la primera familia que visitamos, Nicolás, un chiquito, está para bautizar; y así se va dando, vamos invitando a integrarse a la catequesis.
Hay experiencias que a la comunidad le gustaría retomar: el Vía Crucis, que ya son años que no se hace; falta un grupo de catequesis para toda una generación de niños que no la tuvo, para que puedan retomarla y puedan recibir los sacramentos”.


Para los seminaristas que acompañamos esta actividad, fue una experiencia hermosa, distinta de las anteriores; claro, estas personas esperaban deseosas nuestra visita. De hecho nos quedamos con la lástima de no poder disponer de más tiempo para conversar en cada casa, pero es algo a tener en cuenta para el próximo año.

Luego de una breve celebración compartimos una merienda con la comunidad que se reúne en esta zona de la parroquia.

Visita de Mons. Nicolás Cotugno.


Antes de salir, en la tarde del jueves, nos sorprendió la visita de nuestro pastor, Mons. Nicolás Cotugno sdb, interesado en informarse acerca del desarrollo de la misión parroquial. Compartió un té con los misioneros y dejó el siguiente mensaje para la comunidad.


“Estoy con el párroco y los seminaristas, que han tenido la muy brillante idea de dedicar unos días de misión en la parroquia. Quiero felicitarlos, y quiero manifestarles también el deseo, y para eso rezamos, de que pueda ser el comienzo de un camino, de un itinerario a través del cual podamos reafirmar la fe en Jesús, el Señor, que seguramente está en medio de nosotros y espera que lo podamos descubrir a través de su Palabra, de las personas que nos rodean, sobre todo a través de la eucaristía que celebramos en nuestro templo, y que como personas antes que nada, como familia, como comunidad, podamos encontrar la alegría de saber que en medio de nosotros está Jesús, el Hijo de Dios que se hizo hombre, y que no se fue, se quedó de una forma un poco oculta evidentemente, pero que a través de la fe se nos revela, se nos manifiesta, se hace sensible en su presencia a través de una palabra de afecto, una palabra cercana, un gesto de amistad, sobre todo de solidaridad en los momentos que necesitamos que alguien, no sólo nos dé una mano en las cosas materiales, que evidentemente son necesarias, sino también una mano en lo que es el descubrir el sentido de nuestra vida, y el poder vivir de una forma solidaria, de una forma alegre, de una forma comprometida de tal manera que el bien común sea el bien de todos, el de cada uno, y que podamos sentirnos una verdadera familia.


Entonces, una invitación para toda la familia cristiana, que en sintonía con lo que nos ha dicho nuestro cuarto sínodo arquidiocesano y la Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Aparecida, de la que salimos todos enfervorizados, con el deseo de ser discípulos del Señor y misioneros, que podamos todos asumir esta dignidad común que todos tenemos: somos discípulos de Jesús, el Señor, y sus misioneros. Es Jesús el que sigue evangelizando a través de nosotros, a través de cada uno de nosotros, a través de nuestras familias, a través de toda nuestra comunidad; por eso, los aliento a todos para que, bajo la mirada de María, la Madre de Jesús y Madre nuestra, podamos también nosotros ser portadores de Jesús, y para eso, de todo corazón y con todo mi afecto, les imparto a todos la bendición de Jesús.


Y a propósito, una invitación: me gustaría encontrarme con los pescadores, y tener un momento de encuentro, sea para pescar, sea para estar juntos, sea para disfrutar un momento de encuentro, de diálogo, de conversación, y cómo no, de poder compartir del fruto de nuestro trabajo. Hasta pronto.”

jueves, 4 de febrero de 2010

Segunda etapa de misión.

Segunda etapa. Jueves a la mañana.


Con el cielo “encapotado” y “amenazante” salimos a nuestra segunda etapa de misión. Pudimos misionar unas dos horas, y sentir la satisfacción de dejar varias zonas del territorio parroquial “cubiertas”. En general, se vio a los integrantes de los distintos equipos entusiasmados y satisfechos con la actividad.

Aída, que nació en el pueblo y formó parte de la comunidad casi toda su vida, actualmente como catequista, integrante de un grupo de lectura bíblica, ministra de la eucaristía, integrante del equipo de economía, encargada del rosario parroquial, en fin, una laica comprometida que colabora en todo lo que puede, nos dio su testimonio.

“Espero que esta misión sirva para que más personas formen parte de la Iglesia Católica, porque acá, en el pueblo, están un poquito alejadas, no sé el motivo, principalmente los jóvenes, no hay muchos jóvenes. Esperemos que la misión sirva para que los jóvenes, los niños y los mayores se acerquen; y también que la Iglesia se acerque un poquito a la gente que no se puede acercar a ella por motivos de enfermedad”

¿Cómo fue la respuesta de la gente hoy?
“Muy bien, nos atendieron muy bien, con mucha educación, y espero que sí, que haya dejado una semilla. Teníamos un poquito de miedo, a ver cómo te reciben, porque a mí misma me cuesta recibir a personas de otra religión en mi casa, pero sinceramente en los lugares que estuvimos, que fueron muchos nos recibieron muy bien. Nuestro equipo recorrió la cooperativa de viviendas COVISANVA, y el barrio que se encuentra al sur de Luis Batlle Berres”.

Gonzalo, un niño de once años y que se prepara para su tercer año de catequesis, originario de Punta Espinillo, acompañó a uno de los equipos y nos contó su experiencia.
“Ayer yo le pregunté a Luis si podía ir con los misioneros porque quería conocer; yo no sabía nada de esto y quería saber cómo era; después Gregory, uno de los seminaristas, me preguntó si quería ir con él y le dije que sí. Quería ver cómo era la gente, cómo eran los seminaristas, y en especial cómo era la misión, y si se puede los voy a acompañar mañana también.
En la recorrida vi gente que, como que no le gustaba que los visitáramos, íbamos a dejar el diario, no más, pero como que nos sentíamos un poco mal; era nuestra primera vez, y veíamos, de repente, gente dentro de una casa pero que no querían salir, entonces es una sensación media fea; pero más allá de eso vimos después que la gente empezaba a recibirnos y a hablar de cosas, y así fuimos terminando.
Estuvo muy bien todo, fue con mucho respeto.”

miércoles, 3 de febrero de 2010

Primera etapa de misión.


Primera etapa de misión. Miércoles a la mañana.



Comenzamos las visitas a las familias el miércoles en la mañana. Luego de una hora de actividad nos sorprendió una fuerte lluvia que nos obligó a interrumpir la misión y regresar.


Mauricio, uno de los seminaristas que nos acompañan, señaló que el valor principal de esta salida fue el primer contacto que tuvieron con la gente llevando adelante la misión; el ir valorando la importancia de llamar a la puerta de un hogar que los recibe o no, pero que siempre atendieron con respeto. También como misioneros debemos practicar ese respeto fundamental de llegar a una casa, el lugar donde vive la familia, siendo enviados a justamente a llevarles un mensaje por medio de la persona que nos recibe, y respetar incluso la distancia que las personas te ponen. Insistió en que debemos primeramente llegar con respeto a las personas, es lo más importante, valorar su diferencia y hasta su desconfianza, en definitiva respetarlos para que también nosotros podamos llegar a ellos.



"No hubo rechazo para hablar de Dios..."


Según él, la respuesta fue buena en las casas en que había personas, porque en otras quizás las personas estaban trabajando o no había nadie. "La respuesta fue buena: fue de recibirnos, quizás algunos no demasiados contentos, pero una respuesta de reflexión de un mensaje; un diálogo no tan exhaustivo; pero no fue de rechazo y da la impresión de que la gente no se niega a hablar de Dios, no hay rechazo para hablar de Dios, quizá creen de otra manera pero no hubo rechazo para hablar de Dios".

Celebración de La Presentación del Señor y procesión de La Candelaria.


En este día 2 de febrero en que celebramos con toda la Iglesia la fiesta de la Presentación del Señor, cuyo origen se remonta al año 1497, posamos especialmente nuestra mirada en María, a quien hoy recordamos bajo la advocación de la Virgen de la Candelaria. A ella, Madre de quien es Luz del mundo, le pedimos interceda para que nuestra vida irradie la luz de Cristo a todos, especialmente a aquellos que aún no le conocen.

La celebración comenzó en el templo con la bendición de las candelas que acompañaron la procesión. Luego, junto a parte de la comunidad parroquial, partimos hacia el río. En el trayecto rezamos el santo rosario, acompañado con cantos animados por un grupo de seminaristas.


Fue muy interesante la reacción de los vecinos, algunos de los cuales seguía tímidamente la procesión desde sus ventanas, a veces ocultándose detrás de las cortinas, otros se persignaban y rezaban con nosotros, por lo menos, cuando estábamos en su cuadra.


La evaluación de los seminaristas de esta actividad fue muy positiva, destacando la sencillez de la celebración unida a la muy buena respuesta de los fieles “pocos pero buenos”, a decir de una vecina. El párroco demostraba estar muy contento, sobre todo por la respuesta de la comunidad y la oportunidad del encuentro personal con varios fieles.

martes, 2 de febrero de 2010

¿Por qué una misión en La Barra?

¿Por qué esta misión? P. Luis Fariello, párroco.



El P. Luis Fariello es párroco de la comunidad desde el 2008, al consultarle sobre el por qué de esta misión y cuáles son sus expectativas contestó:


La misión es la función típica de la Iglesia y de los cristianos; consiste en el anuncio del Evangelio, en el anuncio de Jesús y la Buena Noticia que tiene para darnos, y es la actividad permanente de cualquier cristiano o cristiana, como bautizado. Justamente el bautismo, al hacernos hijos de Dios, una de las dimensiones que nos da es la profética, la del anuncio del Evangelio, de la Buena Noticia.

Luego, la Iglesia Latinoamericana, en Aparecida, nos invitó a recordarnos nuestro deber de ser misioneros, y en ese sentido, junto a los obispos americanos, nos invitó a tener una misión continental; en ese espíritu cada conferencia episcopal la va viendo sus propias necesidades.

Concretamente nuestra Iglesia Uruguaya, y en especial nuestra arquidiócesis de Montevideo tomó ese desafío, y estamos en un tiempo que llamamos de reencantamiento de la misión, de reencantarnos de Jesús, de su vida.

Todo ese es el contexto por el cual esta parroquia, que según como se mire es la última de la diócesis, o la primera, según se viene del Este o el Oeste, siendo una zona rural, específicamente diferente a lo que es el resto de la ciudad, quiere revitalizar la zona, a través de una actividad de misión que haremos en un tiempo, y para eso, el señor obispo nos ha enviado a los seminaristas de la diócesis con su bendición, para que colaboren con nosotros en este tiempo, del 2 al 8 de febrero.

La idea es básicamente como personas de la comunidad, visitar a las familias en sus casas, llevarles el anuncio desde la parroquia, y la invitación, no sólo a venir, sino también a recibirnos cuando así lo deseen.


¿Cuáles son sus expectativas?


Que el Señor nos sorprenda...


Aprendí a no esperar nada; ésa es la idea, estar abierto, justamente a la esperanza, estar abierto a lo que Dios quiera reflejar en esta actividad. Yo creo que es un tiempo en el cual mi única expectativa es que se haga lo que Dios quiera que se haga, que sea Él el actor principal y no nosotros. Quiero que el Señor nos sorprenda; si tuviese que decir algo de qué es lo que espero, eso es, quiero que Dios nos sorprenda con lo que va a pasar.