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domingo, 11 de diciembre de 2011

“Toda vocación es un acto de amor" Pablo VI




“Toda vocación es un acto de amor, de un doble amor, del Señor que llama y de aquél que responde.” Pablo VI


Hace algunos días en una visita de nuestro Arzobispo a la Parroquia, luego de una charla me sugirió que escribiera algo para compartir con los lectores de ENTRE TODOS que tuviera un carácter vocacional dado la gran cantidad de acontecimientos que involucraron esta dimensión en la vida de nuestra Comunidad.

Lo vocacional como me pasa a mí es un tema que supongo ha de apasionar a muchos cristianos; de hecho los documentos conciliares nos recuerdan que la preocupación y la tarea por el desarrollo y la promoción de las vocaciones es responsabilidad de toda la Comunidad Eclesial.

Dicho esto a manera de introducción me quiero detener en algunos aspectos que me gustaría compartir con todos ustedes.

Basta con estar un poco atentos para ver el delicado paso de Dios por la vida de cada uno de nosotros y en especial por la de aquellos que buscándolo - aún a tientas - tienen sed de ese encuentro con Aquel que ha llamado en primer término a todas las cosas a la existencia, y en especial a los hombres y mujeres.

Nos ha llamado no para una existencia inútil y vacía sino por el contrario a la Vida Plena, esa que sólo Él, a través de Jesús nos puede dar.

Y la plenitud de la vida justamente aparece cuando se aleja la muerte y su cultura y se descubre el verdadero sentido: El Reino de Dios y su Justicia. Todo el resto por más que parezca llenar el vacío existencial solo consigue profundizarlo.

Quienes hemos tenido alguna vez que “pelear” para descubrir el sentido de la vida, y luego tener el coraje suficiente para abrazar ese camino que encontramos y transitarlo en medio de obstáculos no pocas veces casi insalvables, sabemos que es una lucha hostil, dura y por momentos muy despareja en nuestro perjuicio.

No obstante el Señor nunca nos ha dejado abandonados; aunque lo pareciera, sino nos ha sostenido como a Pedro en medio de las aguas agitadas y nos ha reclamado una mayor fe en Él y su Palabra.

Esto para mirar con admiración cómo Jesús una y otra vez, llama, propone, invita, desafía, provoca, motiva a muchos a seguirlo como ayer, como hoy, como mañana. No era el único, no lo fui, no lo soy ni lo seré, el Dios de la Vida, llama a través de su Hijo no sólo a unos pocos elegidos, sino a todos … a ti también.

En ese contexto miro con admiración religiosa su pasaje por esta Comunidad que me encargó pastorear en su Nombre, con la certeza que Él, no yo, va delante Camino, Verdad y Vida.

“La mies es mucha y los obreros son pocos” … rueguen

Al llegar a esta Parroquia fue parte de mis sentimientos, y motivo de mi oración al Señor de la mies pidiendo que me iluminara y mandara a aquellos que pudieran acompañar la misión que me encomendó. Y fueron apareciendo en todo momento, distintas hermanas y hermanos que se sumaron al desafío y a la propuesta. Entre ellos como regalo seguramente no merecido por mí, pero sí por esta querida Comunidad muchos jóvenes, provenientes de distintos lugares y experiencias de fe. Todos con un mismo denominador, la juventud, el entusiasmo, el espíritu de servicio, el amor por los demás y las ganas por vivir una vida llena de sentido. No menos trascendente un fuerte deseo de una experiencia de encuentro real y profundo con el Señor de la Vida.



Ellos nos llegan solos, sino acompañados por su experiencia que van haciendo en sus movimientos, colegios o comunidades parroquiales. Hay un compromiso de sus líderes, educadores, catequistas, animadores en la diversidad de nombres que cada realidad pone a esos jóvenes adultos que viviendo ellos mismos la experiencia, no “pueden dejar de anunciar lo que han visto y oído”.

Acompañante de muchos años yo mismo de adolescentes y jóvenes no me siento sorprendido sino admirado, pero muchos acá en la Parroquia lo miran con perplejidad: incluso me preguntan y les preguntan ¿qué los mueve a tanto sacrificio y entrega? Y los que pareciera fueran apenas unos muchachitos recién “destetados” dan testimonio visible e interpelante para el mundo de los adultos, supuestamente tan bien plantado, que vivir en el Amor de Cristo vale la pena.

¿Qué hacen de extraordinario estos jóvenes? ¡Todo! Se entusiasman, creen, juegan, disfrutan, rezan, sirven: se sirven, sirven a sus hermanos y sirven a Dios. Y todo con alegría y espontaneidad, sin perder ninguna de las virtudes (esas que muchos ignorantes de la vida creen vicios o defectos).




¿Alguno de ustedes se animó a tomarse un ómnibus disfrazado de superhéroes, o a caminar por las calles mostrando que se puede ser espontáneo y divertido sin caer en la grosería y chabacanería? ¿Cuántos de los que los critican se animaron aunque sea una vez en la vida en servir a los demás con el único propósito de entregar algo de lo mucho que Dios les ha otorgado?

Pues bien, estos muchachos por ejemplo sábado a sábado, dedicándolo casi todo entero, dejan sus actividades, sus familias, su descanso, sus placeres, para venir hasta acá, al fin del departamento de Montevideo, a este Pueblo o al Barrio Gori, o al Tapir, unos para jugar con los niños, otros para animar la catequesis, otros para limpiar zanjas, cunetas, otros para construir o mejorar un rancho que se cae, otros para visitar a quienes están solos. Nunca los oyes quejarse y difícilmente se les borra la sonrisa con la que llegan que creo es más radiante cuando se van, aunque el físico denote cansancio pero de ese que vale la pena.

¿Qué piden a cambio?, un poco de agua fresca, agradecen como si fuera un manjar si les ofreces unas galletitas o una pizza; pero eso sí te piden que le muestres y sepas dar razón de tu fe y esperanza.

¿Alguien los escuchó rezar o cantar alabando a Dios, luego de interminables jornadas? ¿Los vieron participando de la Eucaristía, cantando, leyendo, acercando ofrendas elaboradas al altar, elevando sus peticiones o acciones de gracias?
¿Escucharon alguna vez sus promesas frente al Señor cuando han culminado sus servicios pasando a otra etapa?

¿Los vieron trabajar hasta transpirar la camiseta: la más de las veces diseñadas por ellos con sus logos, colores, etc.?

Esos jóvenes son testimonio vivo y real que en todo caso tenemos motivos para seguir esperando un futuro mejor, … porque ya tienen un presente maravilloso.

…………

Ahora bien ellos no nacen por generación espontánea, vienen de hogares, de familias, de colegios, de comunidades parroquiales o de movimientos eclesiales que los nutren en la vida porque ellos mismos están vivos.

En 1986 recién transitaba el primer año de filosofía (2º del Seminario) y me encontré con el valioso mensaje de Juan Pablo II con motivo de la jornada mundial de oración por las vocaciones, su lema: “Una parroquia sin vocaciones es como una familia sin hijos”, recuerdo lo mucho que me impactó por la analogía tan real y concreta, decía en parte del mensaje:
¿Quién puede negar que la fecundidad es una de las características más claras del ser vivo? Una comunidad sin vocaciones es como una familia sin hijos. En ese caso ¿no es de temer que nuestra comunidad tenga poco amor hacia el Señor y hacia su Iglesia?

Con tristeza uno ve que muchas de nuestras comunidades se han vuelto estériles, como Ana, como Sara como Isabel, pero al contrario de ellas no saben pedir a Dios por su fecundidad, prefieren la afrenta de la esterilidad que la alegría de la fecundidad.

Si queremos dar a luz, si queremos parir la vida que viene de Dios, especialmente en este tiempo de Adviento hagamos lo que hay que hacer: en primer término rogar a Dios que nos quite el quietismo, la pasividad y nos envíe operarios, pero no ajenos a nosotros, sino de entre nosotros mismos.
Luego también abramos las puertas a todos, especialmente a los jóvenes, tengámosle paciencia, amémosle de corazón, demos testimonio que también nosotros estamos enamorados de la vida y sobre todo sirvamos con alegría y disponibilidad.

Él está siempre con nosotros hasta el fin del mundo ¿lo creemos verdaderamente? …
¿Entonces por que vamos a temer? ¿No es Él quien nos dice: Ánimo, no teman, Soy Yo?



Luis M. Fariello
Cura Párroco de “La Barra”
Zona 4

Nota: me refiero especialmente a los jóvenes pertenecientes a la Pastoral Scout del MSU, de los Colegios Maristas del Santa María y Zorrilla, del Seminario: Horneros y Castores, del Colegio Mons. Isasa: Magis y JMI, del Colegio Notre Dame y de la Parroquia del Cordón.

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